Qué hacer con un resultado positivo para Leishmania

Leishmania infantum (sin. L. chagasi) es la especie de protozoo más prevalente causante de leishmaniosis en perros y es altamente endémica en la cuenca mediterránea, Brasil y otros países sudamericanos. Aunque los perros son el principal reservorio peridoméstico de la infección, Leishmania spp. puede infectar a varias especies animales (incluidas las personas). También existe un ciclo selvático de infección mantenido principalmente por cánidos salvajes (zorro, lobo, chacal) y una larga lista de mamíferos (felinos, rumiantes, équidos, roedores, lagomorfos, marsupiales, primates, etc.) en los que se ha reconocido la infección, pero no se ha demostrado su importancia clínica.

Los flebotomíneos son los únicos artrópodos capaces de transmitir la infección por Leishmania spp. Pero, en las zonas no endémicas sin un artrópodo vector competente, incluidos los países del norte de Europa y Estados Unidos, la transmisión vertical es la vía más extendida. El diagnóstico de otros casos de leishmaniosis canina (CanL) en estas zonas no endémicas demuestra otras posibles vías de transmisión no vectorial cada vez más preocupantes, como la transmisión sexual y transplacentaria, la transfusión sanguínea y de perro a perro (por ejemplo, agresiones con mordiscos). El cribado anual de la leishmaniosis en Europa es importante, ya que puede prevenir o disminuir la propagación del CanL y permite que los perros reciban el tratamiento adecuado y sean controlados a lo largo del tiempo.

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Síntomas de la leishmaniosis

Los síntomas más comunes del CanL incluyen anemia normocítica normocrómica no regenerativa leve, neutrofilia leve con linfopenia y monocitosis (leucograma de estrés), trombocitopenia y leucopenia (aunque, esto es menos común). Los resultados anormales de la electroforesis de proteínas séricas pueden verse como una respuesta compensatoria o deberse a proteinuria renal. En perros con glomerulonefritis inmunomediada, también puede haber azotemia renal y proteinuria.

En las primeras fases de la enfermedad, los signos clínicos son leves y pueden incluir letargo, pérdida progresiva de peso, intolerancia al ejercicio, linfadenomegalia y lesiones cutáneas leves como alopecia y dermatitis exfoliativa.

Si no se instaura un tratamiento adecuado o el perro enfermo tiene una respuesta inmunitaria no protectora, pueden desarrollarse manifestaciones cutáneas, como ulceración de la piel sobre prominencias óseas y uniones mucocutáneas. Otros signos que indican una gravedad creciente están asociados a los depósitos de inmunocomplejos, como la vasculitis (por ejemplo, hemorragia nasal), la glomerulonefritis (con poliuria, polidipsia), la poliartritis (cojera errática y a veces intermitente) y las lesiones oculares (conjuntivitis, queratouveítis, retinopatías, etc.).

Se han descrito otros signos clínicos menos frecuentes, como fiebre, trastornos digestivos (colitis ulcerosa), neurológicos (encefalitis) y cardiorrespiratorios (neumonitis, rinitis crónica).

Interpretación de resultados y diagnóstico

El diagnóstico de la leishmaniosis canina mediante pruebas diagnósticas es esencial porque hay dos tipos de pacientes: perros infectados clínicamente sanos y perros enfermos. La clave del diagnóstico es diferenciar adecuadamente a estos dos pacientes con la ayuda de los resultados obtenidos. Tras realizar una prueba serológica rápida, determine si el perro es positivo; en caso afirmativo, se recomienda realizar más diagnósticos para descubrir y estadificar la enfermedad.

En primer lugar, recoja una historia médica y epidemiológica detallada. A continuación, realice un examen físico completo con una evaluación minuciosa del estado corporal, las mucosas, la palpación de los ganglios linfáticos y las uniones cutáneas y mucocutáneas. Si el paciente presenta signos clínicos de CanL, realizar una serología cuantitativa por IFAT o ELISA para cuantificar la respuesta humoral y obtener una titulación concreta de anticuerpos.

A continuación, realice pruebas inespecíficas (hemograma, panel bioquímico con SDMA, análisis de orina con UPC y electroforesis de proteínas) para evaluar el estado de salud general del paciente y ver si el parásito le ha afectado de otras formas.

Existen varios métodos para confirmar la presencia del parásito en perros con signos clínicos y serología compatibles con la enfermedad. La citología de los ganglios linfáticos aumentados de tamaño y/o del tejido de la médula ósea puede ayudar a confirmar la infección por Leishmania. Además, existen tres métodos de PCR: PCR convencional, PCR anidada y PCR cuantitativa. La PCR puede realizarse en ADN extraído de diferentes tejidos, sangre, fluidos biológicos e incluso material histológico. La médula ósea, los ganglios linfáticos, el bazo o la piel son los tejidos más sensibles para el diagnóstico por PCR, mientras que la sangre, la capa leucocitaria o buffy coat y la orina ofrecen menor sensibilidad para este diagnóstico molecular.

Estadificación de la leishmaniosis

Una vez confirmado el CanL, es importante determinar el estadio de la enfermedad, para poder tratar adecuadamente al paciente. La estadificación clínica de la leishmaniosis canina ( desarrollada por LeishVet y utilizada con mayor frecuencia) se divide en cuatro estadios basados en los signos clínicos, la serología cuantitativa, los análisis de sangre y los resultados de los análisis de orina. Esta clasificación ayuda a determinar un protocolo de tratamiento adecuado y a establecer un pronóstico.

Tratamiento de la leishmaniosis

Una vez establecida la estadificación clínica, discuta el tratamiento específico y complementario con el propietario de la mascota siguiendo las directrices de LeishVet. No todos los perros que dan positivo necesitarán tratamiento, y un tratamiento excesivo podría crear resistencia al fármaco con el tiempo. Así pues, los veterinarios deben adaptar su tratamiento a las necesidades y condiciones específicas de cada paciente.

Los perros en tratamiento con un protocolo adecuado a su situación clínica y parasitológica deben ser objeto de un seguimiento rutinario. Empiece con un control inicial 30 días después del tratamiento para evaluar si éste ha tenido éxito. Después, durante el primer año, vuelva a realizar controles cada cuatro meses con un examen físico, hemograma, perfil bioquímico hepatorrenal, electroforesis de proteínas séricas, serología cuantitativa y PCR cuantitativa, si procede. A partir del segundo año, si el perro está estable, reducir a dos revisiones al año y después cada 6-12 meses según sea necesario, dependiendo del curso clínico. Aproveche los folletos para clientes para subrayar esta importante información.

El diagnóstico de la leishmaniosis es la piedra angular del tratamiento clínico de esta importante enfermedad. Seguir las directrices de LeishVet y continuar controlando la recuperación del paciente es necesario para reducir la propagación de enfermedades y mejorar la salud de la mascota.

La información de este artículo procede de Leishvet.

Guadalupe Miro
DVM, PhD, Dipl. EVPC

Catedrática del Dpto. De Sanidad Animal (Facultad de Veterinaria d Madrid, UCM). Diplomada por el Colegio Europeo de Veterinarios Parasitólogos. Responsable de la Consulta de Infecciosas y Parasitarias del Hospital Clínico Veterinario de Madrid (UCM). Miembro fundador y Presidenta saliente de LeishVet (www.leishvet.org). Miembro fundador de ESCCAP (Consejo Europeo para el Control de Parásitos en Animales de Compañía) y Presidenta de ESCCAP España. Directora del laboratorio de investigación y diagnóstico Pet Parasite Lab (www.petparasitelab.com) de la UCM.